jueves, 14 de agosto de 2014

Primer noche juntos

Antes de comenzar a leer este relato debes haber leido el 4to, si no lo has hecho te invito a leerlo dando click aquí (La cálida boca de mi hermana), se te abrirá en una ventana nueva y luego podrás regresar a leer éste.

Retomaremos desde que ella salió de mi habitación y llegó a la suya. Yo, estando ya en mi cama, con la luz apagada, me decidí a masturbarme. Lo sé, acababa de correrme, pero quería masturbarme recordando lo vivido porque estaba súper fresco en mi memoria. ¿Que si no estaba arrepentido? Claro que no, ella ha iniciado todo y yo sólo me dejo llevar por el placer y la emoción que provoca el incesto. No sé porque lo hace, ella de verdad es hermosa y podría tener casi a cualquier hombre que ella quiera, así que me preguntaba por qué yo, qué es lo que tengo de especial. La respuesta era simple — Lo que yo tengo es que soy su hermano.— Fue lo más lógico que logré pensar, que a ella no le atrae sólo el físico, a ella le gusta el incesto, es su parafilia, el placer en ella no depende del cuerpo del otro, lo que le excita es que está prohibido, es un tabú. Yo jamás pensé en eso, no concebí el incesto por acción propia ni por leer al respecto, ni siquiera por la belleza de mi hermana... pero ahora lo tenía, ahora era el incesto algo normal en mi vida. Ahí lo supe: en mi cama recostado boca arriba sin pantalones, masturbándome mientras pensaba en mi hermana como pensarías en cualquier compañera de clase que te calienta, como pensando en esa actriz porno que frecuentas en YouPorn, como pensando en una mujer con la que sería normal masturbarte. Pero yo estaba más allá, yo estaba masturbándome pensando en la mujer con la que he vivido más de década y media, con la imagen de mi hermana en mi cabeza.

Estaba por acabar, sentía el inconfundible llamado del semen que me avisaba cosquilleando mis huevos que estaba listo para salir si yo me disponía a no parar de jalar mi pene. Entonces más rápido que la luz misma llegó a mi cabeza la idea: "Si yo, que no fui el que comenzó todo, si no fui quien vio el incesto como una posibilidad, estoy aquí masturbándome pensando en mi hermana. ¿Qué está haciendo ella en su habitación? Desde mi punto de vista ella es mucho más caliente y pervertida que yo, así que si yo estaba masturbándome probablemente ella también lo estuviera haciendo" Deje de mover mi mano y me concentré para no venirme. Ella lo había hecho todo y yo parecía más la mujer que el hombre, ella me dominaba, ella lo iniciaba todo, pero eso iba a cambiar. Dirán que acabábamos de hacer algo y podía esperar, no ir tan rápido, pero el tener la casa sola para los dos no era algo que pasara a menudo, debía aprovecharlo. Al estar la casa sólo habitada por ella y yo (y por el valor que la excitación me daba) me quité también la playera para salir completamente desnudo de mi cuarto. La erección había bajado, ya no estaba duro pero aun quedaba sangre en él y me colgaba pero conservaba el tamaño de la erección. No iba a tocar su puerta, iría más allá, quería darle a entender que mi también me gustaba ésto y haría lo posible para que siguiera sucediendo. 

Caminé hasta mi puerta y la abrí. No sé porque esperaba ver luz por el marco de la puerta de mi hermana, pero me desanimó ver que su luz estaba apagada, claro que yo igual la tenía apagada y eso no significaba que yo estuviese dormido. Los ánimos volvieron y caminé hasta su puerta. No la abrí de golpe pues, si estaba despierta no quería asustarla y si estaba dormida no quería despertarla. Al abrir lentamente la vi, ella dormía, era obvio porque no se movía, ¡oh gran decepción! En mis planes no estaba despertarla, quizás eso la molestaría y no lograría más que retrasar lo que hemos hecho, ¿pero saben?, tampoco iba a quedarme entonces haciendo nada, como les dije no es algo recurrente el estar solos en casa. Pensé en prender la luz, así quizás ella despertaría lentamente y no se molestaría, o eso esperaba. Se hizo la luz y vi algo hermoso, ella en su cama destendida, con las cobijas sólo cubriendo sus pies, estaba desnuda, tal cual como dejó mi habitación. Me daba la espalda y sacaba el trasero, lo que hacía que se notara su vagina entre sus piernas. Eso hizo que mi erección volviera. No lo sé, quizás fue porque esa vista no es muy normal, si no es en pornografía no es común tener esa vista de la vagina.

No estaba resultando, ella no despertaba, pero eso me daba oportunidad de acercarme más y así poder contemplar mejor su vagina, sus carnosos labios vaginales, era una hermosa y joven vagina, bastante cerrada y pequeña. Debía pensar en un plan, yo estaba aferrado en que debía aprovechar el estar solos. Sé en que estarás pensando, es de madrugada y aunque estuvieran mis padres en casa se podría, porque estarían dormidos. Pero ahora si eres mujer y estás leyendo ésto, sabrás que tu te animarías más si sabes que no existe ningún riesgo de que tus padres te vean. Era lo que yo pensaba de mi hermana, si ella se iba a animar a hacer algo más, sería si mis padres no podían hacer acto de presencia.

Soy un impaciente y el que ella no despertara ni se moviera me estaba matando por dentro, al rango de que por mi mente pasó el no despertarla, sólo meter mi pene entre sus piernas y follarla, que cuando despertara al menos yo ya le habría metido mi pene una sola vez. Pero entonces vino a mi una idea mejor, algo que no perjudicaría nuestra relación. Iba a apagar la luz y a meterme en su cama. Para que la situación fuera un poco mas suave cuando despertara, iba yo a taparnos con las cobijas, a modo de que cuando se despertara no nos viera a los dos desnudos en la cama.

Pasó. Ella comenzó a moverse dentro de las cobijas, a mi lado. Yo le susurré su nombre, a lo que ella respondió con lo que parecía un mugido de vaca.

   — Perdón por despertarte, soy yo. -musité.

   — ¿Qué sucede? -dijo ella entre dientes, casi no comprendí.

   — Es que... no podía dormir y pensé en hacer compañía.

   — Está bien hermano.

Ella seguía dándome la espalda y yo estaba boca arriba pues no quería que mi erección la tocara... bueno, sí quería, pero no quería que se incomodara y me mandara a mi habitación. Le pregunté si podía quedarme o prefería que me fuera a mi cama, ella me dijo que estaba bien que me quedara. Oí como se tallaba los ojos y bostezaba, más que una señal de sueño era una señal de que estaba despertando del todo. Se puso boca arriba también y comenzó a hablarme.

   — ¿Por que no podías dormir? Fue por lo que hicimos, ¿cierto?

   — A decir verdad... eso fue. -recobrábamos el tono, ya no susurrábamos.

   — En verdad lo lamento. No sé que me pasa, si tu no quieres no debem...

   — No. -la interrumpí.  — Sí fue por eso, pero no como lo crees. No pude dormir pensando en lo que hicimos, en lo que hemos hecho, pero no porque aun crea que está mal. Me robó el sueño porque me di cuenta de que en verdad me ha gustado. Hermana, ésto que hacemos es en verdad erótico. Ya no es sólo excitante por el hecho de hacer cosas así con una mujer, es excitante porque lo hago con mi hermana, eso emociona. El hacer lo prohibido me gusta, siempre lo prohibido llama al hombre. No es que pequemos. El pecado no existe, es sólo el nombre que una religión le puso a lo prohibido. Sabían que "el pecado" era delicioso y los poderosos lo quería sólo para ellos así que le pusieron un nombre al cual temerle "PECADO" y sólo los que lo cometen podrán llegar a pensar lo que yo he resuelto en mi mente. Pero ponte a pensarlo, entre los animales pasa, seguro pasó con los primeros seres humanos, si no ¿cómo fueron naciendo más y más? El incesto no se nos enseña, al menos no como algo bueno, debes probarlo para enamorarte de él y saber que es bueno... o eso o lo amas por instinto. Eso pensaba, por eso no podía dormir. Es una deliciosa parafilia, un delicioso fetiche.

   — ¡Wow! Eso es algo muy inteligente. -me dijo sorprendida mi hermana. — Pensarás que estoy loca pero yo no lo veía así... por supuesto que tienes razón pero yo no lo veía así. Yo no tuve que experimentarlo para saber que me gustaba, es como si... estuviera en mi. Como el parpadear, nadie te enseña, es innato, es un reflejo. Así me sucede, es mi reflejo ante alguien de mi misma sangre, mi reflejo es sentir atracción sexual. Como dices, instinto.

   — Hermana, quiero confesártelo. No sé por que quiero decírtelo, quizá es porque me excitaría que lo supieras.

   — Dime, ¿qué es?

   — Cada noche, desde la primera vez que me enseñaste tus pechos en mi habitación, me masturbo pensando en ti, en lo que hemos hecho o simplemente viéndote en mi mente, como una fotografía, una foto de ti desnuda. Lo estaba haciendo antes de venir a hablar contigo de hecho.

Ella se rió y yo pensé que se estaba burlando. Pero me vio con ojos muy tiernos, en ese momento, sin saber lo que pasaría a ser nuestra relación estos últimos dos años, diría que ella me estaba mirando con ojos de enamorada. 

   — ¿Acabaste?

   — Ammm... sí, eso era todo lo que te quería decir.

   — Ja ja ja, no, te pregunto que si acabaste cuando te masturbabas, si te veniste.

   — Ah... no. Estaba por acabar cuando me decidí a venir y recostarme.

   — Oye, por cierto. ¿Me has tapado tú? Recuerdo no haberme tapado, creo hasta estoy...

   — Sí, yo nos tapé y ¿desnuda? ja ja ja, sí lo estás... estamos.

   — ¡Uy! así que has venido tal y como te he dejado.

   — Sí, pero esta vez sin playera.

   — Hermano, ¿es verdad que a los hombres les duelen los testículos si no se vienen?

   — Sí, a veces es insoportable y otras es muy ligero.

   — Bueno, deberías seguir masturbándote y acabar antes de que te duela.

Eso lo entendí yo como que quería que me fuera a mi cuarto. Como una excusa para que ya la dejara en paz y yo me fuera a hacer mis cosas sucias.

   — Sí, tienes razón. Perdón por venir a despertarte. -vacilé como levantándome de la cama. 

   — Oye, espera, lo puedes hacer aquí. No es esencial tu cama para poder masturbarte, ¿o sí lo es? ¡Vamos, hazlo aquí a mi lado! Puedo hacerlo yo también, como cuando lo hicimos en la regadera.

No contesté, ¿qué podía decirle? Esta es la vida real, no un video porno con diálogos absurdos y clichés. Pero le asentí lentamente con la cabeza. Nuestros ojos se habían acostumbrado a la oscuridad y veíamos muy bien, al menos yo notaba sus ojos puestos sobre los míos. Mi pene no había perdido la erección desde que me acosté junto a ella, en sus cobijas se formaba una carpa de circo. Bajé mi mano y tome mi pene sin despegar la vista de ella. Sonaba bajo las cobijas que ella también levaba su mano a su vagina. No nos quitamos las cobijas de encima en ningún momento, lo que evitaba que desviáramos la mirada hacia el cuerpo del otro, sólo nos mirábamos a los ojos, seguro yo tenía cara de idiota por el placer, pero ella lucía muy sexy, haciendo muecas y escupiendo su aliento caliente en mi cara. Movía mi mano lento, lo estaba haciendo despacio, quería que durara, pero mi cuello se empezaba a cansar de estar volteando para verla, seguro a ella también le dolía. Voltee todo mi cuerpo en dirección a ella con las piernas dobladas. Ella me imitó y nuestras rodillas estaban pegadas. Eso me hizo excitarme más y comencé a masturbarme muy velozmente. De nuevo ella me imitó, notaba como su hombro se movía en círculos muy rápidos y su semblante cambió de ser sexy-dulce a ser sexy-salvaje, con una cara furiosa pero gimiendo de placer. Después de unos minutos así, me detuve, de nuevo me detenía antes de acabar.

   — ¿Has acabado, ahora sí?

   — No, lo siento... la verdad no deseo acabar. Si acabo tu acabarás también y me tendré que ir.

   — Podrías quedarte a dormir conmigo.

   — Sí, pero no quiero que dejemos de sentir placer juntos. Lo haremos otro día, ya lo sé, pero no quiero que acabe lo de hoy, lo de ahora.

   — Tiene sentido... no están mis padres... además de que acabas de tener una revelación astral acerca del incesto ja ja ja.

Reímos unos segundos y después todo se volvió silencio, ni siquiera el canto de los grillos. Pero de nuevo lo que me encanta, la iniciativa de mi hermana. Ella aventó las cobijas con sus piernas dejándonos destapados y se levantó de la cama para encender la luz, dijo que se estaba tornando romántico en vez de erótico. Yo volví a ponerme boca arriba, con el pene bien erecto apuntando al techo.

   — ¿Sabes? -me dijo. — Tienes mucha razón. No debe acabar lo de ahora. Hoy es especial, hoy ha sido mejor que los otros días, nos sinceramos mucho y no hay nadie que nos moleste.

Ella se montó sobre mi, pero no introduciendo mi pene en su vagina. Estaba hincada, con una rodilla a cada lado mio, pero con el cuerpo completamente recto por lo que mi pene a penas empezaba a rosar sus labios vaginales.

   — Hermano, sí esto va a pasar, si vamos a tener sexo ambos vamos a estar de acuerdo en ello. No quisiera causarte algún trauma ja ja ja. Por eso es que me he puesto así, ésto significa que yo quiero, las acciones demuestran más que las palabras. Ahora, no me digas si quieres hacerlo, si lo quieres tendrás que empujar tu cadera hacia arriba y penetrarme...

Ella aun no terminaba su discurso y yo subí mi cadera con fuerza y velocidad, casi como un reflejo. Mi hermana gritó y agachó su cuerpo haciendo que entrara yo aun más en ella. Puso sus manos en mi pecho y yo puse las mías en su cintura. Yo empecé dándole lento, sabía que ella ya no era virgen pero aun era estrecha, sentía que le quedaba pequeña a mi pene y no quería lastimarla, pero ella comenzó a decir MÁS... MÁS... DAME... OOOOH, MÁS...con cada palabra que ella soltaba yo aceleraba un poco más y un poco más. Ella cambió los "más" por fuertes gritos de placer. Yo estaba a mi límite, no podía hacerlo más rápido y ella parecía que iba a desvanecerse y perder el conocimiento pero yo ya no podía parar ni bajar la velocidad. Ella tuvo un orgasmo que la hizo quitarse de encima y arrojarse a mi lado, se retorcía como si tuviera un intenso dolor de estómago. Yo no me iba a quedar sin acabar sólo porque ella había tenido un orgasmo, así que ahora yo me puse encima de ella y volví a penetrarla. A mi hermana no le disgustó que la haya vuelto a penetrar, porque dejaba escapar palabras como: QUE RICO... SIGUE... NO PARES. Yo no hacía mas que gemir, no sabía que decirle. La hice tener un segundo orgasmo, pero esta vez no pudo evitar que la siguiera penetrando pues estaba abajo de mi. Yo acabé casi seguido de su segundo orgasmo, la llené por dentro de mi semen y como me había aguantado ya dos veces, salió mucho. Sentí un placer mucho más enorme a los anteriores. Cada que me corría con ella era la mejor de mi vida hasta ese entonces, que de verdad era la mejor de mi vida. Había sentido delicioso así que me incliné y la comencé a besar en la boca, muy apasionadamente. Metí mi lengua en su boca y ella la suya en mi boca. Estuvimos besándonos un largo rato. En veces nos deteníamos para mirarnos a los ojos pero volvíamos a besarnos. Nos pusimos de nuevo de costado, viéndonos y besándonos. Después del sexo no dijimos ni una palabra, todo lo dijimos con esos besos, hasta que nos quedamos dormidos.




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